sábado, 16 de enero de 2010

LA INFORTUNADA HAITÍ

Isaac Villamizar
Cuando Colón llegó a la parte occidental de La Española se encontró con los indios lucayos, taínos y algunos caribes. Al final del siglo XVI casi toda la población nativa de indios arawacos había desaparecido, tras ser esclavizada o asesinada por los conquistadores. Haití, colonizada inicialmente por los españoles, pasó paulatinamente a Francia y fue, en el siglo XVIII, la más próspera de sus colonias, gracias a los cultivos de caña de azúcar, añil y café. La rebelión de los esclavos negros arruinó su floreciente economía. Francia le reconoció su independencia en 1825. Los Estados Unidos intervinieron y ocuparon el país de 1915 a 1934. Sus inversiones iniciaron una modernización que apenas benefició a campesinos. Tras prolongadas luchas, en 1957, Francois Duvalier, “Papá Doc”, fue elegido Presidente e impuso una dominación absoluta con el apoyo de los negros – contra la élite mulata – y de la milicia de los “tontons macoutes”. Se proclamó Presidente vitalicio desde 1964. Con Papá Doc el Ejército, la Iglesia y la burocracia, relacionados con Estados Unidos, se ejerció el control durante 30 años. A su muerte, en 1971, le sucedió su hijo Jean Claude, “Baby Doc”, con tan sólo 19 años. Igual que su padre, se autoproclamó mandatario vitalicio y continuó la política represiva. La extrema pobreza y los altos índices de Sida, detectados en la década de los 80, produjeron el descontento generalizado de la población que exigía cambios radicales. Baby Doc tuvo que exiliarse en 1986. La inestabilidad política, social y económica se apoderó de la empobrecida nación. Se inició a continuación una confusa etapa de elecciones presidenciales, seguidas de cuartelazos, que culminó en el triunfo para Presidente del sacerdote salesiano Jean Bertrand Aristide, en 1990, y su destitución mediante golpe militar, en 1991. La situación empeoró porque la OEA y la ONU impusieron fuertes sanciones al gobierno de facto. Más de 30 mil haitianos huyeron del país. Las sanciones agudizaron la pobreza y acabó con la precaria economía de la nación caribeña.
Haití vivió meses aciagos a partir de 1994. Tropas estadounidenses desembarcaron y prácticamente se hicieron cargo del país, para mediar luego en el regreso al poder de Aristide. Éste gobierna a través de pandillas callejeras fieles a él y no a la frágil democracia de Haití. René Preval gana las elecciones en 1995. Cinco años más tarde Aristide accede de nuevo a la presidencia. En el 2001 el descontento volvió a amenazar la endeble estabilidad de Haití. En enero de 2003 el gobierno de Aristide coincidió con una serie de manifestaciones y huelgas que paralizaron al país, en demanda de la revocación de una medida de incremento entre el 50 y el 80 por ciento las tarifas de los combustibles, retomó la violencia y diversas protestas se realizaron con frecuencia. De esta manera, “Les Chiméres” (quimeras), grupos armados pro-Aristide, comenzaron enfrentamientos. Hacia diciembre del mismo año, bandas leales a Aristide atacaron a estudiantes universitarios y, en febrero de 2004, algunas de las pandillas a las que él había suministrado armas se volvieron en su contra y gradualmente tomaron el país en una marcha hacia Port-au-Prince. Hubo un intento de golpe y el 29 de Febrero de 2004 abandonó su país en medio de una rebelión armada. El 7 de febrero de 2006 es elegido René Preval como nuevo Presidente, quien se desempeña hasta la actualidad.
El relieve de Haití, muy accidentado, presenta una alternancia de montañas y de fosas de desfondamiento alineadas de oeste a este. De allí la denominación de Haití, nombre indígena que en español significa “tierra montañosa”. Hay varios lagos en el país. Abundan los ríos, aunque muchos son cortos y de corriente rápida. Sin embargo, la vegetación y los suelos están muy degradados por la sobrecarga humana. El subsuelo produce bauxita, que exporta en forma no transformada. La nación afronta el grave problema de la deforestación. En 1923, los bosques cubrían el 60 por ciento de la superficie; hoy tan sólo ocupan el 2 por ciento.
Actualmente su población supera los 9 millones de habitantes, cuya composición étnica es de 95 % de raza negra y 5 % de mulatos y caucásicos. El crecimiento natural produce una superpoblación absoluta y la hipertrofia de la capital, única ciudad grande del país. La tasa de fecundidad, es decir, el número de hijos por mujer es de 4,9. La mortalidad infantil es de 63 por 1000 nacimientos y la esperanza de vida es de 55 años los hombres y 58 la mujer, muy inferior a la media antillana.
El nivel de vida de Haití es uno de los más bajos del continente americano. Su Producto Interno Bruto per cápita es el más bajo del hemisferio occidental, por lo que se considera el país más pobre de América. Haití está en el lugar 150 de 177 países en el índice de Desarrollo Humano de la ONU. Aproximadamente un 70 % de la población vive en la pobreza. Cerca del 70 % de los haitianos depende de una agricultura de subsistencia a pequeña escala. Los ingresos de la población - menos de dos dólares diarios por persona - no les alcanza para adquirir los alimentos básicos, debiendo, para subsistir, alimentarse con una especie de galletas hechas de barro, manteca vegetal y sal, que es vendida a bajo precio, lo que acarrea secuelas de desnutrición y otras enfermedades.
Los recientes análisis estiman que el proceso que lidera la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) para recuperar el país, tendrá un retroceso de 20 años, por el terremoto de 7.0 grados Ritcher que arrasó la isla.

VERTEDERO DE BASURA

EN CABO HAITIANO