viernes, 19 de junio de 2015

Educación y conciencia democrática

Isaac Villamizar
Mediante la democracia, como sistema político social, la soberanía popular participa directamente o a través de sus representantes electos en la dirección del gobierno del Estado. Desde la antigua Grecia, pasando por Montesquieu y Rousseau, se afirma que cuando la democracia se corrompe aparece la tiranía, el despotismo, el autoritarismo y le demagogia. Entonces, ¿cómo construir y consolidar una verdadera conciencia social para defender ese sistema democrático que le permite  al pueblo ser artífice de su propio destino como parte sustancial de un Estado?

Yo creo que una estrecha vinculación entre educación y democracia posibilita concienciar, desde los niveles iniciales de la educación y en la formación universitaria, sobre los valores implícitos en ese sistema de gobierno. Me parece también que existen dos artículos en la Carta Magna de los cuales se desprende este matrimonio estrecho entre educación y democracia. El primero lo encontramos en el Artículo 3 constitucional. Cuando en esta norma se enuncian los fines esenciales del Estado, aparece entre ellos el ejercicio democrático de la voluntad popular y los principios consagrados en la Constitución. Recordemos que también el gobierno de Venezuela, en el texto fundamental, se define como democrático y participativo. Pero el Estado, conforme al citado Artículo 3, puede lograr esos fines a través de la educación y el trabajo.

Por otra parte, el artículo 102 de la Constitución contempla que la educación es democrática y que ella tiene como finalidad el pleno ejercicio de la personalidad del ser humano en una sociedad democrática. Estos postulados son desarrollados de manera incompleta en la Ley Orgánica de Educación, porque este instrumento jurídico insiste en señalar como principio de la educación sólo a la democracia participativa y protagónica y como su fin el desarrollo de una nueva cultura política fundamentada en la participación protagónica y el fortalecimiento del Poder Popular. Olvida el legislador que la democracia representativa no ha desaparecido como régimen político y sistema de gobierno en Venezuela y que convive con la democracia participativa y protagónica. Aún elegimos a nuestros representantes para que asuman sus atribuciones en los órganos del Poder Público y ellos deben rendir cuentas periódicas de su gestión a nosotros, sus mandantes y electores.
De  tal manera que los educadores tenemos una inmensa responsabilidad y una oportunidad inigualable para formar en nuestros pupilos y discípulos los valores intrínsecos de la democracia. Debe ser una labor incansable en el aula la promoción de la libertad, la igualdad, la solidaridad, el respeto, la tolerancia, la equidad, la justicia, el pluralismo, la participación, la valentía, la resistencia, la honestidad, la comunicación, la iniciativa y la responsabilidad, como valores propios de la democracia. Esto no sólo debe ocurrir en la escuela. Debe ser una premisa en las relaciones que ocurren en la familia, en el trabajo, en la comunidad, en la sociedad en general, en la patria. Sólo así, considero, podríamos obtener de nuevo para las generaciones futuras una auténtica conciencia social democrática, con sus fortalezas y beneficios. Esto es lo que yo propugno asiduamente en mis clases de postgrado, en mis programas radiales, en mi columna de prensa, en los medios digitales y en las redes sociales, con lo cual también reafirmo otro componente básico de la democracia: la libertad para expresar y divulgar las ideas, opiniones, pensamientos e informaciones. Por ello me considero ciento por ciento demócrata, y nada ni nadie me hará cambiar mi posición.