Ejemplo envidiable de integración y de libertad de
circulación entre fronteras es la Unión Europea, con 28 países miembros
actualmente. Es una comunidad política de derecho, que propicia, acoge y practica
la integración, la gobernanza, el desplazamiento libre y el respeto común de
los derechos humanos. El sistema comunitario jurídico y político europeo es
único en el mundo, con una política exterior común y una cooperación judicial,
policial y aduanera de primer orden. Otra de sus manifestaciones peculiares es
la ciudadanía europea, que implica el derecho de sus ciudadanos a circular y
residir libremente en el territorio de
la Unión e, incluso, la concesión de este derecho a los nacionales de terceros
países que residan legalmente en el territorio de un país miembro. Este derecho
europeo, que tiene su propio estatuto, se basa en el Artículo 13 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, según el cual toda persona tiene
derecho a circular libremente y a salir de cualquier país, incluso del propio,
y a regresar a él.
Para que un Estado europeo se incorpore a la Unión debe cumplir una
serie de condiciones económicas y políticas, entre las que destacan: tener
instituciones estables que garanticen la democracia, el Estado de Derecho, los
derechos humanos y el respeto a las minorías; y la existencia de una economía
de mercado viable y la capacidad para hacer frente a la competencia y a las
fuerzas del mercado dentro de la Unión. Este conglomerado es, en su conjunto,
la primera potencia económica del mundo,
superando a los Estados Unidos. El mercado interior es una combinación de unión
aduanera y zona de libre comercio. De esta manera, se definen los mismos
aranceles para comerciar hacia afuera, anulando entre ellos los aranceles en frontera, y permitiendo el
libre tránsito de capitales y servicios, como también la libertad de
establecimiento de las empresas. La Eurozona permite que 18 Estados miembros,
con una política monetaria seria, utilicen
el Euro como moneda única, manteniéndose la estabilidad de precios y
preservando el poder adquisitivo.
Yo he tenido la fortuna de circular libremente por
muchos países de la Unión Europea. Lo he hecho conduciendo vehículo automotor
por autopista o carretera nacional, en tren, en avión, navegando en ríos como
el Rhin, el Elba o el Danubio. He pasado de un país a otro sin darme cuenta de
ningún control de aduana y no me han pedido pasaporte sino para ingresar y
salir de Europa, pero nunca dentro de la Unión. En las carreteras no hay
alcabalas, sino peajes electrónicos en
algunas autopistas, sin personal alguno ni guardias. Uno puede comprar el mismo
artículo o recibir similar servicio en
cualquier parte de la Unión al mismo costo. Eso es lo que yo llamo la verdadera
integración.
En la zona divisoria
colombo venezolana, vivimos la frontera más activa del mundo. Sí, es la
frontera más activa en desintegración, la más activa en abuso de controles
ineficientes, la más activa en corrupción de órganos de seguridad y resguardo
fronterizo, la más activa en inseguridad, la más activa en irrespeto de los
derechos humanos, incluida la libre circulación, salida y regreso al país. Todos
esos organismos multilaterales de Unasur, Mercosur, Can, Alba, Celac y similares
no son sino pura demagogia internacional, centro de sometimientos políticos y
económicos al mejor postor. Si el absurdo, ilegal y abusivo cierre nocturno de
la frontera colombo venezolana fuera efectivo, ello quiere decir que ya las
tiendas, abastos, supermercados, mercados populares y establecimientos de
artículos de línea blanca estarían abarrotados de los productos venezolanos y
ya no hubiera ni un sólo vehículo en cola para surtir combustible. ¿Ello ha
ocurrido? Este es un gobierno nacional y regional cuya única integración es la
mentira y la corrupción.
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