sábado, 23 de agosto de 2014

Desintegrados en la frontera

Isaac Villamizar

Ejemplo envidiable de integración y de libertad de circulación entre fronteras es la Unión Europea, con 28 países miembros actualmente. Es una comunidad política de derecho, que propicia, acoge y practica la integración, la gobernanza, el desplazamiento libre y el respeto común de los derechos humanos. El sistema comunitario jurídico y político europeo es único en el mundo, con una política exterior común y una cooperación judicial, policial y aduanera de primer orden. Otra de sus manifestaciones peculiares es la ciudadanía europea, que implica el derecho de sus ciudadanos a circular y residir libremente  en el territorio de la Unión e, incluso, la concesión de este derecho a los nacionales de terceros países que residan legalmente en el territorio de un país miembro. Este derecho europeo, que tiene su propio estatuto, se basa en el Artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, según el cual toda persona tiene derecho a circular libremente y a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a él.

Para que un Estado europeo  se incorpore a la Unión debe cumplir una serie de condiciones económicas y políticas, entre las que destacan: tener instituciones estables que garanticen la democracia, el Estado de Derecho, los derechos humanos y el respeto a las minorías; y la existencia de una economía de mercado viable y la capacidad para hacer frente a la competencia y a las fuerzas del mercado dentro de la Unión. Este conglomerado es, en su conjunto, la primera potencia  económica del mundo, superando a los Estados Unidos. El mercado interior es una combinación de unión aduanera y zona de libre comercio. De esta manera, se definen los mismos aranceles para comerciar hacia afuera, anulando entre ellos  los aranceles en frontera, y permitiendo el libre tránsito de capitales y servicios, como también la libertad de establecimiento de las empresas. La Eurozona permite que 18 Estados miembros, con  una política monetaria seria, utilicen el Euro como moneda única, manteniéndose la estabilidad de precios y preservando el poder adquisitivo.

Yo he tenido la fortuna de circular libremente por muchos países de la Unión Europea. Lo he hecho conduciendo vehículo automotor por autopista o carretera nacional, en tren, en avión, navegando en ríos como el Rhin, el Elba o el Danubio. He pasado de un país a otro sin darme cuenta de ningún control de aduana y no me han pedido pasaporte sino para ingresar y salir de Europa, pero nunca dentro de la Unión. En las carreteras no hay alcabalas, sino  peajes electrónicos en algunas autopistas, sin personal alguno ni guardias. Uno puede comprar el mismo artículo o recibir  similar servicio en cualquier parte de la Unión al mismo costo. Eso es lo que yo llamo la verdadera integración.
En la zona divisoria colombo venezolana, vivimos la frontera más activa del mundo. Sí, es la frontera más activa en desintegración, la más activa en abuso de controles ineficientes, la más activa en corrupción de órganos de seguridad y resguardo fronterizo, la más activa en inseguridad, la más activa en irrespeto de los derechos humanos, incluida la libre circulación, salida y regreso al país. Todos esos organismos multilaterales de Unasur, Mercosur, Can, Alba, Celac y similares no son sino pura demagogia internacional, centro de sometimientos políticos y económicos al mejor postor. Si el absurdo, ilegal y abusivo cierre nocturno de la frontera colombo venezolana fuera efectivo, ello quiere decir que ya las tiendas, abastos, supermercados, mercados populares y establecimientos de artículos de línea blanca estarían abarrotados de los productos venezolanos y ya no hubiera ni un sólo vehículo en cola para surtir combustible. ¿Ello ha ocurrido? Este es un gobierno nacional y regional cuya única integración es la mentira y la corrupción.


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