miércoles, 20 de diciembre de 2017

Táchira aislado y en mengua



Isaac Villamizar
En 1896 el Gran Ferrocarril del Táchira conectó San Félix con Encontrados, permitiendo que la profusa producción cafetalera regional se embarcara hacia el Puerto de Maracaibo, para su destino final en Europa y Estados Unidos. El Táchira era una verdadera potencia económica.
Hoy el Táchira, aparte de encontrarse en mengua, prácticamente está incomunicado y solitario. Veamos. El Aeropuerto de Paramillo fue tomado por los militares y los vuelos particulares prácticamente desaparecieron. El Aeropuerto de San Antonio del Táchira permanece cerrado, sin ningún vuelo comercial y sus instalaciones abandonadas, a pesar de las mentiras del anterior gobernador, que se llenó la boca durante cuatro años anunciando su reapertura. En las otras dos pistas, Santo Domingo y La Fría, sólo operan dos líneas aéreas. Si se trata del transporte extraurbano, hay empresas que de casi 200 unidades, sólo están en circulación entre 15 y 20. Las demás, en su mayoría, están paradas por falta de repuestos y porque la rentabilidad es deficitaria.
Sumemos a esta calamidad que la gasolina se ha convertido no sólo en un producto de contrabando y especulación, incluso dentro de la propia ciudad de San Cristóbal, sino en instrumento de retaliación política hacia los tachirenses, que sufrimos el vía crucis de varios días y sus noches en cola para llenar los tanques de nuestros vehículos. Porque el gobierno sabe que a pesar de haber ganado la mayoría de las 29 alcaldías por los fenómenos de la abstención y de la frustración, los tachirenses no queremos a estos pseudo gobernantes depredadores, perversos y hambreadores que nos tienen al Táchira como la entidad más deprimida del país. Por eso nos castigan, nos humillan y nos atacan sin misericordia alguna. Ni hablar del transporte del ganado vacuno desde Barinas a tierras tachirenses. No dan los permisos para las guías a fin que no tengamos carne en los comedores de la mesa tachirense, y cuando se consigue, es a precios astronómicos.
La frontera es el mal de mayor gravedad del Táchira. Su cierre produjo monstruosas distorsiones en la economía regional. En otras latitudes del país muchas personas me dicen que con relación a ellos, tenemos una ventaja. En Cúcuta podríamos conseguir lo que en otros Estados no se obtiene y a ellos se les hace difícil comprar, en comparación a nosotros. Eso es relativo, porque depende del precio del producto. Además la estantería de los productos básicos de los supermercados tachirenses, con la otra distorsión del número de la cédula  para adquirirlos, se quedan vacíos, porque de inmediato toma el camino del Norte de Santander. Todo lo que represente algún valor aquí, lo que uno menos pueda imaginar, pero sea valioso más allá del Puente Internacional Simón Bolívar, desaparece en el acto.
En los múltiples e infructuosos planes de desarrollo regional siempre se mencionaba como ventaja comparativa nuestra ubicación geo estratégica. Pues bien, eso se quedó sólo para ver los caudales de venezolanos que  llegan al Táchira, como pueden, para tomar la vía hacia el Terminal de Pasajeros de Cúcuta y abordar los buses que los trasladan hacia países suramericanos.
El Táchira no se encuentra en emergencia. Ese status hace rato lo pasamos. El Táchira está abandonado, incomunicado, en mengua y en estertores. Nos estamos muriendo de inanición, de soledad y nuestro espíritu combatiente está postrado. Eso de la “Tachiranidad”, “Tachiraneidad” o “Tachirensidad”, como se le quiera denominar, es sólo una quimera.  Cipriano Castro comenzó su Revolución Liberal Restauradora con 60 hombres a caballo. Luego de cruzar el Río Táchira termina en Caracas tomando el poder con diez mil soldados. Ese ejemplo ha quedado en la historia como un mero símbolo de lo que fueron los tachirenses aguerridos. Habrá que buscar nuevos alientos para cantar el Himno del Táchira, a ver si rompemos estas férreas cadenas y el hogar tachirense vuelve a sonreír bajo un sol todo luz.

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