jueves, 12 de julio de 2012

Por qué soy abogado


Isaac Villamizar


Soy Abogado por ser una de las profesiones más elevadas y nobles. A los abogados se nos encomiendan los más caros intereses del individuo y del colectivo. El abogado, junto con el médico y el maestro, está presente en casi todas las manifestaciones del ser humano.

El Derecho, como expresión normativa y reguladora de la conducta humana y social, influye en todos los ámbitos de actuación del hombre y la mujer. En su vida natural, desde el vientre de la madre, cuando nace, en el desarrollo de su vida, en todas las esferas de actuación privada y pública, al momento de la muerte e incluso después del fallecimiento, el ser humano es atendido por una norma jurídica. Por eso, el abogado, aparte de su experticia en el análisis, interpretación y aplicación del derecho y la justicia, debe ir acompañado durante su ejercicio profesional de muy especiales cualidades morales e intelectuales. El Abogado, con su palabra, escrita y oral, se dedica a defender las causas, peticiones y reclamaciones de sus mandantes, fuera y dentro del juicio.

Se dice que el abogado debe amar la justicia, lo cual constituye una condición intrínseca en él. Pero junto a este sentimiento, con base a mi experiencia profesional de ya casi 27 años, pienso que hay dos cualidades importantes en el ejercicio del Derecho. La primera es la laboriosidad, característica que denota un constante estudio y práctica de la profesión. El abogado debe ser un permanente investigador de la rama jurídica en la cual se desempeña. Un interés marcado por estar actualizado en la legislación, en la doctrina, en la jurisprudencia y en las diversas fuentes del derecho, le hace un experto, a quien se puede recurrir con la mayor confianza, por conocer en profundidad su campo de trabajo. Junto a esto, el litigio es la herramienta que asegura a sus clientes la gestión en la búsqueda de la verdad de los alegatos de sus representados. Sin embargo, la profesión del Abogado en este siglo XXI ha tomado una tendencia que ya se hace notoria. Me refiero a la capacidad negociadora que debe tener hoy día el abogado, siendo un actor primordial en la conciliación y mediación. Sostener un juicio actualmente, aparte de lo largo y costoso que ello pudiera ser para sus clientes, implica muchas veces no alcanzar una tutela judicial efectiva. Por eso, el abogado debe tener conocimientos en medios alternativos de solución de conflictos y especialmente ser un extraordinario agente para mediar y conciliar entre partes enfrentadas. Esto implica poseer verdaderas destrezas de equidad y ecuanimidad. Y esto conlleva a la segunda cualidad que pienso debe tener siempre el abogado. Me refiero a la prudencia. Ella no se aprende en la Facultad de Derecho. Se adquiere con la experiencia, con la madurez profesional. Implica tener el tino y la sensatez para saber actuar, hablar y confirmar en el momento indicado, con las circunstancias favorables y con los medios jurídicos apropiados.

Soy abogado porque no hay mejor forma de ejercitar la imaginación que estudiar la ley. Soy abogado porque no hay mejor forma de mover la sensibilidad que practicando la justicia. Soy abogado porque no hay mejor forma de apreciar el mundo tan libremente como interpretando la verdad.

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