miércoles, 30 de mayo de 2012

Sistema límbico venezolano


Isaac Villamizar

La memoria, la atención, los instintos sexuales, las emociones, el placer, el miedo, la agresividad, la personalidad y la conducta tienen existencia ancestral. El término límbico fue acuñado para una zona del cerebro por el médico francés Paul Broca, en 1878, pero es en 1952 cuando aparece la denominación “cerebro límbico” y “sistema límbico”, así como paralelamente las de “cerebro reptiliano” o “cerebro reptílico”. El sistema límbico está formado por varias estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. Lo conforman partes del tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala cerebral, cuerpo calloso, septo y mesencéfalo.

Diferentes zonas del cerebro evolucionaron en épocas diferentes. Algunas crecían, pero otras no se desechaban, reteniéndolas el cerebro, y formándose la más reciente por encima de ellas. Así permaneció la parte llamada cerebro reptil, que se encarga de los instintos básicos de la supervivencia, de la búsqueda de la comida, de las respuestas agresivas del tipo “pelea o huye”. Gran parte del comportamiento humano se origina en zonas profundamente enterradas en nuestro cerebro, las mismas que en un tiempo dirigieron los actos vitales de nuestros antepasados. Paul McLean, neurofisiólogo del Instituto Nacional Mental de los EUA, dice que aún tenemos en nuestra cabeza estructuras cerebrales muy parecidas a las del caballo y el cocodrilo. Entonces, nuestro sistema límbico se remonta a más de doscientos millones de años de evolución, nos guste o no nos guste reconocerlo, y es quien dirige gran parte de nuestros mecanismos para cortejar, casarse, buscar hogar y seleccionar dirigentes. Es responsable de muchos de nuestros ritos y costumbres ancestrales.

En el sistema límbico, como centro de la afectividad, se procesan las emociones, haciendo que el ser humano experimente penas, angustias y alegrías intensas. Sin embargo, el sistema límbico está en constante interacción con la corteza cerebral, lo cual hace que trabaje junto al neocórtex, permitiendo que se pueda tener control sobre nuestras emociones.

El sistema límbico venezolano ha ido en retrógrado. Algunos venezolanos, con fuerte carga emotiva, dicen públicamente en los medios que no tienen agua, que no tienen luz, que no hay abastecimiento de comida, que no consiguen empleo, que no les construyen las viviendas prometidas, que no les pagan los pasivos laborales desde hace años, que les han matado a casi todos los familiares, que no los atienden en los hospitales, que las medicinas no se consiguen y las que hay son muy costosas, que se mueren sus parientes cancerosos por falta de quimioterapia, pero que, como marca primitiva y ancestral, están con el Presidente y el proceso. Cosa curiosa. Sólo comprensible por el sistema límbico que aún persiste en nosotros los venezolanos. Debe ser que la corteza cerebral está muy débil en estos casos. Y la capacidad de pensamiento, de juicio, de razonamiento, la han perdido por completo.

¿Será que nuestra parte reptil está tomando parte y no nos estamos dando cuenta que, de no tomar conciencia de los que nos ocurre, nos esperarán como “caimán en boca ‘e caño”?

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