*Isaac Villamizar
Internet ya no sólo se usa para fines académicos, empresariales o militares. Con su proceso de expansión se ha abierto a todo el conglomerado, que le ha configurado una dinámica inimaginable. Es evidente que la sociedad ha encontrado múltiples beneficios de la conexión en red, lográndose el intercambio de bienes y servicios en un mercado globalizado, y extendiendo la cultura y educación por aulas virtuales. Pero asimismo, la comunidad cibernauta ha visto con preocupación los cada vez más frecuentes usos indebidos de los sistemas informáticos. Internet plantea numerosas interrogantes jurídicas. En un bloque está lo relativo a la regulación de los contenidos en la red; por el otro se encuentran las crecientes relaciones jurídicas que nacen en las conexiones digitales.
Hasta ahora, en el primer rubro la autorregulación y las acciones de ONGs han dado por tratar de crear un ambiente adecuado en el uso de Internet, específicamente en aspectos técnicos, visuales y comerciales. Hay que considerar que la red no sólo sirve de medio de información, como el centro de documentación más grande y completo del mundo, con acceso geográfico libre y sin jurisdicción, sino también como medio de comunicación, con los más variados formatos de expresión. Los fines nocivos y la comisión de delitos informáticos - en aras de proteger la libertad de difusión e información en Internet - hicieron pensar sobre su influencia en la dignidad humana, en la protección a la niñez de contenidos inadecuados, en la reclamación de la propiedad intelectual de trabajos difundidos en la red, y en la promoción de actividades terroristas, burlándose la seguridad nacional. Desde que nació Internet tomó camino alejado de las disposiciones jurídicas, pues su carácter informal y la preferencia de códigos de comportamiento ético no hicieron necesaria mayor regulación. Sin embargo, la creciente presencia social, cultural y económica de la red en las relaciones humanas aumentó los conflictos e insertó la sensación en los gobiernos del requerimiento de reglas especiales para regular el disperso universo de mensajes y espacios en Internet.
Tarea compleja. La red fue diseñada para que la información fluyera con libertad. Esa fue su razón de ser. La interrogante por dilucidar es a quién se le asignan responsabilidades. ¿Son responsables los intermediarios de Internet, que facilitan la transmisión y el alojamiento temporal de la información? ¿O son los suministradores y autores del contenido y material que se pone a disposición de usuarios de una comunidad virtual sin un asiento o domicilio físico establecido? He ahí el dilema. Es que la disyuntiva se nutre de los componentes filosóficos y epistemológicos del tema. Porque Internet se inserta en el gran concepto de ciberespacio y le sirve de plataforma. Internet es un fragmento de una evolución histórica- tecnológica-sociológica, en donde el ciberespacio se coloca más allá de las redes, de las conexiones, y crea unos confines para un sistema social con diferentes tipos de interacciones. En el ciberespacio la realidad tiende a esfumarse. Cuerpo, lugar, frontera, tienen existencia simulada y producen imaginarios virtuales. Es más, en el ciberespacio la interconexión y la sincronización sustituyen las dimensiones de tiempo y lugar, que transmutan a la simultaneidad, distribución fragmentada y masivo paralelismo. Entonces, si el legislador no comprende esta realidad virtual, no puede tampoco encontrar las reglas para regularla.*Abogado
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