Isaac Villamizar
En esta calamidad acuosa por la que atraviesa el país, el Presidente, en recorrido demagógico ante el pueblo ignorante, pero necesitado de ayuda – Oclocracia pura -, hace ofertas y promesas a diestra y siniestra de recursos y viviendas. La pregunta obvia es: ¿Dónde estaban esos reales previo a la catástrofe, ante el clamor y demandas a nivel nacional de inseguridad, reivindicaciones laborales, atención a los barrios, a la salud y pagos de deudas acumuladas, que a diario eran – y siguen siendo – objeto de protestas? Dirá el Presidente “Dios aprieta pero no ahoga”. Pues se equivocó, porque los niveles lo desbordaron y los más sensatos saben que en socialismo nada efectivo y eficiente se ha hecho ni se hará.
Desde helicópteros de última generación y modernos carros blindados, ante pies enlodados y miradas suplicantes, el Mandatario reiteradamente ha mostrado la pequeña Constitución azul – ya no es rojita – y ha terminado sus arengas ante los damnificados con el tétrico e insostenible llamado de “Patria Socialista o Muerte” La verdad es que Patria Socialista, en esa Constitución que ya quedó moribunda por tanta violación oficial, no aparece por ninguna parte, y el valor supremo de los derechos fundamentales que ella consagra no es la muerte sino la vida. Lo que necesita el venezolano, damnificado o no, es el resguardo a su seguridad personal. Lo que claman los sectores más desasistidos es una vivienda adecuada, segura, cómoda, higiénica, con servicios básicos. Lo que grita en su dolor el enfermo es por una salud que le ofrezca una atención prioritaria, un tratamiento oportuno, una rehabilitación de calidad. Lo que busca desesperadamente el desempleado hambriento es una ocupación productiva, que le garantice a él y a su familia una existencia digna y decorosa. Lo que esperan los educandos y sus padres y representantes es una educación pública que realmente brinde oportunidades de superación, de excelencia profesional y que facilite el pleno ejercicio de la personalidad, con el mayor potencial creativo. Esta sí es la patria y la vida decorosa que promueve la Constitución.
Ante tanta tragedia este gobierno, en vez de construir soluciones, despoja y arrebata, sin pasamontañas, propiedades, edificaciones y fundos. Es la manera de dejar en evidencia su ineptitud, estigma que no se ha podido quitar en doce años aciagos para la vida republicana. Y los venezolanos asistimos impávidos, sin reacción alguna, a esta pesadilla, que continúa su radicalización con la anulación del teclado de opinión libre en Internet, a través de la modificación de la Ley Resorte, la sanción de leyes comunales comunistas, todas inconstitucionales, y el arrogar presidencial de la función legislativa, cuya ley habilitante es ilegítima, de acuerdo a los resultados mayoritarios del 26S.
Sigamos viendo cómo el país se desmorona, se deslava, se ahoga, se inunda de tanta turbiedad, se cae a pedazos, sin pensar que la mayoría de los venezolanos ya estamos pasando a ser parte de ese rompecabezas, muy difícil de armar para futuras generaciones.
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