domingo, 13 de septiembre de 2015

Los verdaderos inhabilitados

Isaac Villamizar
La inhabilitación en derecho, en general, tiene que ver con la ausencia de capacidad para actuar u obrar en determinadas esferas, especialmente en materia civil, política o judicial.  Constitucionalmente, una inhabilitación política restringe la ciudadanía, es decir, el ejercicio de derechos políticos, que van desde la imposibilidad de ejercer cargos o empleos públicos o de alto nivel, hasta la suspensión del derecho activo o pasivo del sufragio. Esta inhabilitación política es la consecuencia de imponer una pena accesoria a una pena principal de presidio o prisión, una vez producido un pronunciamiento judicial de un dispositivo condenatorio a un reo.  Pero también existe la inhabilitación civil, también declarada judicialmente, entre otras razones, por debilidad de entendimiento o por prodigalidad.  En el primer caso, el inhabilitado es una persona que se encuentra en un estado fronterizo entre demencia  y sanidad mental, pero con una disminución o insuficiencia de sus facultades mentales. En el segundo caso, el inhabilitado ha sido pródigo en realizar gastos cuantiosos, innecesarios e injustificados, sin que representen provecho alguno, mermando una fortuna. Se disipa un abultado patrimonio y el pródigo llega incluso a poner en riesgo la estabilidad de la familia.

Pues bien, es evidente y claro para todos los venezolanos que razonamos, advertir dónde es que están los verdaderos inhabilitados. Los inhabilitados en Venezuela están en quienes atienden funciones de gobierno o sus testaferros contratistas y han cometido corrupción, están relacionados con el narcotráfico, el tráfico de influencias, el contrabando de extracción a través de gandolas,  containers y miradas complacientes de los custodios cancerberos de aduanas, todos delitos principales y que, indudablemente, merecen la aplicación de la inhabilitación política como sanción accesoria.

Los inhabilitados son quienes no son competentes para ocupar altos cargos en cualquiera de los cinco órganos del Poder Público, a nivel funcional o territorial, porque no tienen ni los méritos, ni la preparación, ni la cualidad, ni la legitimación para estar representando a la soberanía popular, que ha sido ultrajada. Los inhabilitados son quienes llegan a cargos públicos exhibiendo como única competencia gritar desaforadamente que  un difunto vive o el endoso de los problemas propios al imperialismo.

Si se trata de débiles de entendimiento o pródigos, inhabilitados sobran en el sector gubernamental. No se sabe, con sus desafueros, si en verdad están locos o es que se hacen. Pero ante los resultados desastrosos de su gestión, fácilmente se puede concluir que desde hace rato atravesaron el borderline y están bien tocados, porque una persona en sano juicio no cometería tanta fallas, equivocaciones o expresarían públicamente semejantes incongruencias, dejándolos expuestos al mayor ridículo. Mención aparte merecen los inhabilitados pródigos. Han malbaratado la mayor fortuna que ha ingresado en la historia republicana del país, la han dilapidado, entregado irresponsablemente en dádivas a otras naciones, han comprometido en exceso el crédito público, han endeudado a la nación hasta el riesgo de quiebra, sin casi posibilidad de rehabilitación, que han llegado a generar tal inestabilidad económica para todos los miembros de esta familia descompuesta y que nos llamamos venezolanos.
¿Qué hacer con estos inhabilitados? No cabe duda que se requiere suspenderles, electoralmente, de manera masiva, la continuidad de arruinar aún más el patrimonio moral, ético, económico, social y democrático de nuestra amada y desahuciada Venezuela.

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