Isaac
Villamizar
Profesor
de Postgrado de Derecho Constitucional
San Cristóbal 08 de mayo de 2017
San Cristóbal 08 de mayo de 2017
Ya por todos son conocidos los motivos por los
cuales Nicolás Maduro ha cometido un fraude a la constitución con su indebida
convocatoria a una constituyente. Maduro le ha usurpado al pueblo su poder
originario y su exclusiva atribución de realizar tal convocatoria. Lo único que
podría hacer Maduro era promover la iniciativa constituyente, es decir,
proponer que el pueblo convocara, de tal manera que en una elección universal,
directa y secreta, esa soberanía popular dijera si está o no de acuerdo en
hacer esa convocatoria. Y esa iniciativa que supuestamente tiene Maduro,
todavía es muy discutible, porque hay que recordar que conforme al acuerdo de
la Asamblea Nacional, fiel representante de la soberanía popular, de fecha 9 de
enero de 2017, “Nicolás Maduro Moros ha abandonado el principio de la
supremacía constitucional establecido en el artículo 7 del texto fundamental,
el principio del Estado Democrático de Derecho y de Justicia establecido en el
artículo 2 de la Constitución, así como las funciones constitucionales
inherentes al cargo de Presidente de la República, especialmente la referida a
la obligación de cumplir y hacer cumplir el ordenamiento constitucional y las
leyes, establecida en el numeral 1 del artículo 236 de la Constitución.” Y este
acuerdo subsiste a pesar que la sumisa Sala Constitucional, en sentencia 07 de
fecha 26 de enero de 2017 haya señalado que físicamente Maduro no ha abandonado
el cargo, cuando se sabe que en una función tan delicada como la del Presidente
de la República el abandono se puede configurar por no cumplir con los deberes
que le atribuye la Constitución, lo cual está evidenciado con creces.
Me quiero referir a cuatro efectos importantes de este
fraude a la Constitución cometido por Maduro en el Decreto 2.830 que convoca a la Constituyente. Primero, ese
acto de un Poder Público Nacional, que comete un fraude al orden
constitucional, que usurpa las funciones de un poder originario que es el Poder
Constituyente, cuyo único y exclusivo depositario es el pueblo de Venezuela, y
que al disponer que los integrantes de esa supuesta Asamblea Nacional Constituyente
serían elegidos en los ámbitos territoriales y sectoriales, desconociendo la
esencia universal de toda la población electoral, no una facción de ella, en el
ejercicio del voto y del pluralismo democrático, es nulo de nulidad absoluta,
por violentar el derecho humano y constitucional al sufragio. En consecuencia,
al igual que todas las sentencias de las sumisas Salas Electoral y Constitucional
del TSJ que han vulnerado el derecho al sufragio de la soberanía popular, a la
cual deben someterse todos los órganos del Poder Público, conforme al Artículo
5 de la Constitución, el Decreto de Maduro que ha violentado derechos
garantizados por la Carta Magna es nulo y los funcionarios que lo han ordenado
y ejecutado han incurrido en responsabilidad penal, civil y administrativa. Son
tan responsables como Maduro los ministros que han refrendado ese Decreto y es
cómplice de ese ultraje a los derechos humanos la Presidenta del CNE que lo ha
recibido y avalado. Esta nulidad, por estos motivos, es una disposición expresa
de los Artículos 25 y 138 de la Constitución.
En segundo
lugar, los venezolanos debemos desconocer ese acto del Poder Ejecutivo
Nacional, es decir, debemos desobedecer esa convocatoria que ha hecho Maduro a
una Constituyente, sin tener la autoridad ni la competencia para ello, tal como
lo indica el Artículo 350 ejusdem, que determina claramente que el pueblo de
Venezuela, fiel a su tradición republicana, desconocerá cualquier régimen,
legislación y autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos
o menoscabe los derechos humanos.
En tercer lugar, han cometido los firmantes de ese
decreto y quienes lo avalan delitos tipificados en la legislación penal de
alterar el orden constitucional, por lo que tendrán que ser enjuiciados por
ellos.
En cuarto lugar, esta maniobra de Nicolás Maduro y su entorno
de convocar a una Constituyente busca tener un respiro ante la presión que una
evidente mayoría del pueblo ha venido expresando en la calle. No tengo duda que se trata de otra
distracción intencional, no sólo para desviar al clamor popular de las
exigencias que se hacen de la sustitución de un régimen totalmente agotado y
fracasado, sino de meter a todo el país en una discusión que haga olvidar los
ingentes problemas que sufre la Nación en todos sus ámbitos, y para
los cuales este gobierno no tiene respuestas algunas, que no sea la represión y
la continua violación de los derechos humanos. Por ello en la calle hay que
seguir presionando para el rescate de la libertad, la recuperación de la
calidad de vida y del bienestar integral del venezolano, el respeto de la institucionalidad y de los derechos
constitucionales y el reconocimiento de la soberanía popular, vulnerada por las
actuaciones primordialmente del Poder Ejecutivo Nacional, del Poder Judicial y
del Poder Electoral. Ellos no están por encima del poder supremo, que lo tiene
el pueblo.
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