Isaac Villamizar
Profesor de
Postgrado de Derecho Constitucional
San Cristóbal, 15 de mayo de 2017
San Cristóbal, 15 de mayo de 2017
Aristóteles en “La Política”, aseguraba que “no
basta imaginar un gobierno perfecto; se necesita, sobre todo, un gobierno practicable”.
En Venezuela, este gobierno ni es perfecto, ni se practica. Desde hace rato hay
una absoluta ingobernabilidad. Antes, podíamos decir que la ausencia de
gobierno se manifestaba en el pueblo, en la ciudadanía, pero es evidente que el
mismo gobierno no puede en la práctica operar. Y ello es así, porque está única
y exclusivamente dedicado a mantenerse férreamente en el poder, sin atender en
lo más mínimo los requerimientos que están matando de hambre, zozobra y
angustia a toda la población. Al colocar todos sus recursos y sus fuerzas, cuyos
pertrechos se le van acabando, en ese propósito de mantenerse en Miraflores y
Fuerte Tiuna, con el más profundo y mayoritario rechazo de los venezolanos, este
gobierno realmente en la práctica ha acabado con el régimen político denominado
“República”.
¿Qué es un régimen político? Es la manera de ser política de un pueblo. Se
trata del ordenamiento real de sus poderes constitucionales y sociales, que queda
plasmada en la Carta Magna y sus leyes y el modo de aplicarlas o modificarlas. En un régimen político existen una serie de
condicionamientos en un conjunto de interacciones políticas, y se compone de
valores, normas y estructuras de autoridad. Un régimen político da respuestas a
las preguntas ¿Cuáles son las formas de lucha por el poder y cómo se llega a él?
¿Cómo se ejerce el poder? ¿Quién lo ejerce? ¿El poder lo tiene uno, un grupo, o
todos?
Ahora bien, una República, como régimen político, se
fundamenta primordialmente en el imperio de la ley y la igualdad ante ella. ¿Cuáles
son las características de una auténtica República? Primero, la soberanía
reside en el pueblo, que lo delega transitoriamente en sus representantes. En
Venezuela, la soberanía popular hace rato fue arrebatada y ultrajada por los
órganos del Poder Público, especialmente el Ejecutivo, el Judicial y el
Electoral. Y lo han robado para hacer dictador a uno sólo, quien lo ejerce de
manera omnímoda, aferrándose a ese poder
a costa de la violación de derechos humanos y hasta de asesinatos al pueblo
soberano. De tal manera que la alternabilidad y el pluralismo, esencia de la
Republica, son inexistentes. Segundo, el imperio de la ley es sagrado. Tanto la
comunidad política, que ha legitimado a los poderes constituidos para producir
las normas, como esos órganos de poder se someten estrictamente a la Constitución
y la ley. Los ciudadanos en Venezuela han sido mancillados, porque los poderes
han usado la norma, no sólo para tergiversarla intencionalmente, con el fin de
perpetuarse en el poder, sino como un mecanismo para perseguir a los disidentes
y a quienes no se someten a sus oscuros designios. Tercereo, en un régimen
republicano no falta la separación de poderes. Ellos están distribuidos y
limitados en sus competencias, pero todos actúan integradamente en función del
bien común. Esto busca equilibrar y controlar el poder, evitando abusos por
parte de quien lo detenta. En Venezuela el poder está concentrado y es ejercido
sin limitación por un dictador, yo diría por un tirano, que da instrucciones de
actuación a los otros poderes, de tal forma que representante de esos poderes
sumisos que no obedezca es execrado, perseguido y encarcelado. Cuarto, los
cargos tienen una periodicidad, porque como dijo Bolívar, nada es tan peligroso
como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder, porque el
pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo. En Venezuela,
el Poder Electoral se ha dedicado a impedir tanto el revocatorio presidencial
como las elecciones periódicas, pretendiendo, junto con el TSJ, justificar el
alargue indefinido del ejercicio de cargos.
Quinto, los funcionarios políticos que ejercen el poder tienen
responsabilidad penal, administrativa y civil por los actos que atenten contra
el ordenamiento jurídico y los derechos humanos. Es evidente que el Poder Ciudadano, o “Consejo
Moral Republicano” ha mandado a la basura la moral que debe prevalecer en la
función pública y ha sido cómplice de los mayores y deshonrosos actos de
corrupción con los dineros petroleros más profusos que en la historia venezolana
ha entrado a la Tesorería Nacional.
Finalmente, en una república, es una premisa la
práctica del respeto y de la tolerancia hacia todas las ideas políticas. En
Venezuela, los pocos que apoyan este gobierno, quienes han sembrado y practicado
el odio, están recogiendo tempestades, porque hasta los venezolanos en el
exterior no tienen ya miedo de reclamarle públicamente a los funcionaros diplomáticos
y políticos que usufructan bienes robados de las arcas nacionales su desverguenza
y su perversión.
Ya no somos ni
república, ni mucho menos bolivariana (bien alejada de las ideas del Libertador),
y si continúa este régimen con sus desmanes, ya no tendremos a Venezuela,
porque quedará dominada por otro régimen forajido y ultrajante de los derechos
humanos como es el cubano.
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